Las cosas por su nombre

Odio mi nombre.

Claro, uds no saben cuál es... Porque obviamente mi documento no dice "Malala". Pero no importa, igual lo odio.

Será que durante un largo tiempo, y hasta que mi papá fue a anotarme en el Registro Civil, me llamé Agostina. Pero en aquella época, los que anotaban a los niños recién nacidos imponían ciertas reglas. La gorda maldita que atendió a mi papá le dijo: "Agostina no, Agustina. Sino elija otro nombre, aquí tiene la lista".

Mi Sr Padre estaba preocupado por mi madre, todavía internada y bastante grave, entonces agarró la lista, hizo Ta Te Tí y eligió mi nombre. No hubo más nada que hacer, mi madre puso el grito en el cielo, pero el nombre propio escogido ya estaba plasmado en mi DNI.

Y yo lo odio. Toda mi infancia me la pasé diciendo que me lo cambiaría al cumplir 18. Sin embargo, para esa altura, ya me había acostumbrado y hacerlo me resultaba un trámite estúpido y sin sentido.

El nombre es una parte de uno... para mí es una espina, pero es mía y, aunque me desagrade, hemos hecho las paces. Además, tengo la suerte de tener varios apodos... Malala es tan sólo uno de ellos!