Noche HOT

Anoche cumplí una de mis fantasías... dormí con dos hombres.




Ya que estamos en tren de confesiones, debo admitir que esos dos hombres eran gatos (un siamés de ojos azules y un gatito gris de verdes faroles) y que ellos ocuparon la mitad de la cama matrimonial que yo no usé, sin tocarnos mutuamente.

Mi amigo del alma Mat me dejó cuidando su casa, su plantas (varias Marias Juanas esplendorosas) y sus dos hijos gatunos. Y entonces me convertí en su mamá sustituta. Hoy desayunamos juntos, yo nesquik y ellos leche. Cuando yo me siento a estudiar, ellos se acomodan en mis piernas para que los mime y maullan sin cesar. No puedo usar ropa negra, ni colores oscuros, porque los turros me llenan de pelos y después parezco una pordiosera; por eso esta semana resurgió del placard toda mi ropa de color.

También descubrí que tanto pelo de gato me hace estornudar, y que a los felinos no les gustó nada que invada la habitación de su dueño: me miraron con muy mala cara, como si estuviese cometiendo un pecado mortal, cuando me acosté en la cama de Mat. ¿Habrán sentido una leve invasión de territorio quizás? 

Me vigilaron sin pestañear hasta que me dormí. Después estuvieron merodeando por la casa, los techos y alrededores, pero fueron lo suficientemente cautos como para volver antes del amanecer. Y se encargaron de caminarme encima, olerme y franelearme un poco antes de dormirse plácidamente. Con lo difícil que es acostumbrarse  a los ruidos de una casa nueva, estos dos me la hacen más complicada!

Espero que esta noche ya tomen mi presencia como algo natural y dejen de despertarme a cada rato con sus chichoneos innecesarios a las 4am...

La idea de tener un gatito propio ahora no me parece tan atinada...