vuelve, todo vuelve

Yo no se que mística conexión tengo con mi pasado, pero parece que nunca tengo historias nuevas, siempre estoy reviviendo a alguien de las cenizas. O vuelven solos, como muertos vivos.

Estoy en una dicotomía, no se si pensar que es porque soy inolvidable o si es porque simplemente soy fácil de encontrar.

La cosa es que vuelven a mí. Algunos vuelven por más, otros vuelven a saldar cuentas pendientes. Este último es el caso de el Economista/Crack de fútbol. Un chico divino, de unos ojos azules celestones, muy parecidos al mar del caribe, con una sonrisa que compra y una simpatía que irradia, todo encima de un alma (y cuerpo) de deportista. Con mis amigas del club lo teniamos màs que fichado, èl era una año màs grande, iba a otro colegio, pero en el club y en los boliches de la adolescencia siempre nos cruzàbamos. Claro que el Economista/Crack de fùtbol ni nos registraba.

Cuando pisamos los 18, un amigo de èl, el Gordo Tincho, se enamorò perdidamente de mì. Con esto no quiero inflar mi ego, es la pura verdad. Me perseguìa, me llamaba constantemente (aunque el estuviese estudiando en Capital y yo en Rosario), me declaraba su amor en sus estados de MSN, le hablaba a sus amigos de mì como si fuera de su propiedad y me hacìa escenas de celos en los boliches. Obvio que todo su grupo de amistades me tildaba como "la chica del Gordo Tincho". Fue una pesadilla a la que tuve que ponerle fin. Por suerte, despuès de ciertas asperezas, terminò todo bien y seguimos hablando con la mejor onda, aunque èl seguìa intentando conquistarme. Nunca lo logrò, pero su amigo de los ojos azules me fulimnò en un instante.

En los boliches y salidas nocturnas, el Economista/Crack de fùtbol y yo solìamos cruzar un par de comentarios, un flirteo inocente. Èl estaba (y sigue estando) cautivado por mi perfume y no dudaba en dejàrmelo claro. Pero habìa un problema (porque es la historia de mi vida, nada es simple conmigo), èl tenìa novia y no era del tipo "infiel", cosa que me encanta de èl.

Cuando èl estuvo en un impass con su novieceta, yo estaba en una relaciòn. Nuestro timing nunca era perfecto. Y para evitar cualquier tipo de tentaciòn, no hablàbamos por msn o sms, casi nunca. Vivir a 300 km de distancia tambièn era una ayuda (Rosario/Capital). Durante cinco años las cosas han sido asì entre nosotros: algùn que otro comentario directo en las noches y algùn que otro mensaje de texto muuuuy esporàdico cuando nos pasàbamos de alcohol, y nada màs.

Hasta hoy.

En el dìa de la fecha me saludò por MSN, despuès de las preguntas de rigor sobre el estado general del clima, de la vida acadèmica y laboral, pasamos a al plano sentimental. Y resulta ser que estamos los dos solteros actualmente. Asì que no dudò en dictarme una sentencia de muerte para este fin de semana, se vuelve para el cumple de un amigo y planea buscarme.

"En la era del celular, todo el mundo es encontrable", me dijo.

Igual no quiero creerle, no quiero ilusionarme con encontrar a esos dos òvalos azulinos y esa sonrisa que me puede. Despuès las cosas salen al revès y uno se queda pensando en todo lo que podrìa haber pasado. Seguro que al contarlo, ya lo estoy quemando, pero me da igual.

En realidad, esto vino a colaciòn por el tema del pasado. Me paso la vida saldando cuentas pendientes, reviviendo muertos vivos, sacando cadàveres del placard y dando segundas oportunidades. Esto me lleva a pensar que no soy para nada buena cerrando la puerta una vez que me fui. No vuelvo sobre mis pasos, pero sì hago del pasado un presente.

Eso de "lo pasado, pisado", no se aplica a mì. Yo piso fuerte, pero parece ser que siempre vuelvo a pisar.