Mi amiga Cz trabaja en un estudio contable. Todas las mañanas camina las 8 cuadras que separan su casa del trabajo haciendo el mismo recorrido. Y todos los días se cruza al mismo chico. Esto pasó durante meses, y un día, de tanto toparse por las mañanas, se empezaron a saludar.
Hola, Chau. Que tal. Buen día.
Pero un día, el chico la saludó como siempre, pero volvió sobre sus pasos un par de metros después y le dio un papelito a Cz: "Escribime después así tengo yo también el tuyo, bah, si querés..." - agregó y se alejó rapidito. (Esta situación es muy parecida a la que cuento en este post, aunque ahí la lanzada fui yo!).
El papelito tenía escrito un celular y un nombre: Lautaro.
Cz se puso toda colorada, porque se hace la extrovertida pero en realidad es una vergonzosa. Y al otro día, presa de esa verguenza, cambió su recorrido habitual.
Se podría pensar que hizo eso porque no le gustaba el chico, pero no. Lo hizo de puro histérica. Le mandó un mensaje a los dos días, para que él tenga su número. Pero Lautaro nunca contestó.
Y ella se enojó, pero volvió al recorrido de siempre. Y ahora se cruzan y se saludan como antes. Como si nada.
jueves, 4 de junio de 2009
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1 comentario:
historias minimas , sentimientos grandes, muchos análisis. detalles que hacen el camino más divertido, si te lo cruzás en esta o en aquella cuadra, en qué número, a cuántas baldosas...o simplemente te lo cruzás.
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